Con lo que acabo de poner en negrita algunos pensarán que exagero. Nada más lejos. Me refiero, por ejemplo, a declaraciones abortistas como ésta:
“El Gobierno no puede compartir la afirmación de que la interrupción del embarazo sea la eliminación de la vida de un ser humano” (…) “abortar no supone acabar con una vida humana porque sobre el concepto de ser humano no existe una opinión unánime, una evidencia científica, ya que por vida humana nos referimos a un concepto complejo basado en ideas o creencias filosóficas, morales, sociales y, en definitiva, sometida a opiniones o preferencias personales”.
Esta majadería la puso por escrito el gobierno de Zapatero en una respuesta parlamentaria a Unión del Pueblo Navarro en octubre de 2010. Por supuesto,
con esa misma argumentación se puede defender el aborto y también el infanticidio o cualquier otra agresión contra la vida humana. A fin de cuentas, si basta que alguien discrepe sobre el concepto de ser humano para negarle a ciertos individuos de nuestra especie su derecho a vivir, se abre la puerta a cualquier cosa. De hecho,
¿qué diferencia hay entre matar a ese bebé unas horas antes de nacer a hacerlo unas horas después? Es exactamente el mismo bebé. No se ha convertido en ser humano como por arte de magia por el mero hecho de salir del vientre materno.
Sería un alivio decir que esa monstruosidad argumental de los abortistas es exclusiva de la izquierda, pero no es así. Hace poco
hablé aquí del anteproyecto de la nueva ley del aborto presentado por el gobierno del PP. Aunque habla de protección del concebido, en el plano de los hechos exime de toda responsabilidad penal a las mujeres que abortan, sin precisar plazo alguno, transmitiendo el mensaje de que ninguna mujer ha de ser condenada por abortar.
Si una madre que mata a su hijo horas antes de nacer no ha de ser responsable de ese acto ante la ley, ¿por qué castigarla si lo mata unas horas después? ¿No es la misma madre? ¿No es el mismo hijo?
Estos últimos días he puesto otros dos ejemplos no procedentes de la izquierda. Desde las filas liberales -y para indignación de muchos liberales- se ha llegado a
afirmar que “el feto es propiedad privada de la madre”, equiparándolo con una víscera, con un virus o una bacteria.
¿Una víscera de la madre se convierte por arte de magia en un bebé por el mero hecho de salir del vientre materno? ¿Lo hacen los virus y las bacterias, acaso?
Aunque a algunos les incomode leerlo, las consignas de la propaganda abortista son aplicables al suceso ocurrido el 24 en Madrid.
Si disfrazan de “maternidad libre” y de “libre elección” el acto de matar y descuartizar a un niño horas antes de nacer, ¿qué les impide decir lo mismo del acto de matarlo unas horas después? ¿Acaso no es el mismo niño? Si creen que la vida humana de un niño por nacer es un concepto discutible y ya sólo por eso se le puede matar, ¿qué les impide aplicar esa misma falacia a los recién nacidos?
Si llaman “amasijo de células” a un hijo por nacer para cosificarlo, o dicen que un feto no es un ser humano, ¿qué les impide cosificar al recién nacido de igual forma, o decir que un neonato no es humano? Así mismo, quien tacha de “agresión” a su madre la mera existencia del hijo por nacer porque condiciona su vida presente y futura, ¿qué reparos ha de tener a tapar un infanticidio con afirmaciones parecidas?
Los partidarios del aborto se han lanzado de cabeza a una pendiente resbaladiza en la que están echan mano de cualquier falacia, sentando las bases para otras monstruosidades. En estas condiciones ya no resulta coherente que se escandalicen ante un infanticidio, o que se escandalicen cuando señalamos las similitudes entre uno y otro caso. ¿O es que es menos inocente y menos merecedor de su compasión el niño al que una madre intenta matar horas después de nacer, que el niño al que matan y despedazan unas horas antes?
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COMENTARIO: ELLA LO PARIO Y ELLA DECIDIO, LA MADRE QUE LA PARIO...