Los vástagos de los famosos han cambiado de rol. Hace años, eran meras víctimas de las guerras cruentas entre sus progenitores. Sin embargo, ahora son ellos quienes dan el puñetazo en la mesa de las custodias y los convenios reguladores para reclamar su derecho a decidir o a escoger con quién quieren vivir. Pero no todas las separaciones han sido iguales. Los diferentes motivos, casi siempre con presuntas infidelidades de por medio, y las variopintas personalidades de sus protagonistas, han hecho que cada una resulte un mundo. Según quién decide separarse y el motivo de ésta, podemos ver varias combinaciones en la concesión de la custodia de los hijos. Una de las partes es siempre la estrella mediática y la otra, la parte residual de la pareja. Me explico: Eugenia-Francisco, Paulina-Colate, Obregón-Lecquio y Rociíto-Antonio David, entre otras.
Rocío Carrasco-Antonio David Flores
Una «cruenta batalla judicial»
Una de las custodias de más actualidad es la de la hija de Rocío Carrasco y Antonio David Flores. Decidió tener un cese de convivencia con su madre y Fidel Albiac. Sorprende, pues habían llegado, vía sentencia judicial, a la custodia compartida: «No puedo hablar del tema por dos motivos: el primero, por mi hija. Rocío es menor de edad», afirma Antonio David. ¿Y el segundo? «Está en manos de los abogados, del fiscal y el juez. Se ha abierto un proceso en el que se estudia la situación y las demandas por parte de ambas partes y tengo la negativa, por parte de la fiscalía, para pronunciarme sobre el proceso judicial», añade. Sin embargo, sobre cómo consiguió la difícil custodia compartida sí accede a hablar: «Fueron cinco años dede batalla judicial muy cruenta», apunta. Salvo en casos en que la madre muestra una incapacidad clara de mantener y educar a sus hijos, la custodia pasa automáticamente a ella. Tuvo que demostrar que tenía un trabajo estable, un hogar adecuado para sus hijos, tiempo para dedicarles y capacidad para atenderlos, criarlos y educarlos. Orgulloso de su lucha añade: «La custodia compartida sólo la puedes pedir tú en base al amor que sientas por tus hijos y la necesidad que tengas de ejercer tu derecho a educarlos», insiste. Lo que consiguió es casi un hito. Por ello le pregunto: ¿Qué duele más, que no te dejen ver a los niños o que digan que no estas capacitado para cuidar de ellos? «Si un Juez me hubiera privado de ver a mis hijos mi vida no habría tenido sentido».
Ana Obregón-Alessandro Lecquio
Cómo saber perdonar por el bien de los hijos
Otro caso a mencionar por su dificultad de llegar a un acuerdo abierto, sin medidas cautelares o convenios firmados ante abogados y jueces, es el de Ana Obregón y Alessandro Lecquio. Yo lo viví, pues es aquella época era amigo y fotógrafo de cabecera del conde italiano. Hubo infidelidad, como en el caso de Rocío y Antonio David, pero, en este caso, fue una sobrecargo de Iberia quien colmó el vaso de la paciencia de la bióloga. Ana puso toda la carne en el asador para que el pequeño Alex no perdiera la referencia paterna y así distanciarse de la estrategia malévola de Antonnia Dell'Atte de huir con Clemente Lecquio a Brindisi, un pueblo italano, privando de forma radical a padre e hijo de una convivencia tan natural como necesaria. «Decidí no hablar mal a mi hijo de su padre. Alex ha crecido admirando y amando a su padre. Tuve que dejar a un lado el egoísmo del adulto despechado en beneficio de nuestro hijo», explica Obregón, a quien le dieron igual las infidelidades. Lo primero fue perdonar para ser generosa con su hijo. Alessandro, inteligentemente, aceptó el pacto de régimen abierto, pero impuso sólo una condición: en la casa familiar quedaba prohibido meter amigos, amantes o novietes. Así se conservaría el santuario, donde los tres: Alex, Ana y Alessandro continuaban conviviendo durante varias horas al día como una verdadera familia. Ana está más que orgullosa de su estrategia: «Hemos conseguido no tener que pasar por abogados ni guerras mediáticas. Mi labor ha sido hacer que su padre fuera siempre un ejemplo a seguir». Hoy, los tres forman un trío indisoluble cuando están juntos.
Merry Martínez Bordiú-Jimmy Jiménez-Arnau
Una guerra de desgaste
Por último,el peor de los tipos de custodia en una separación: la forzosa. Casos donde el odio y el rencor pueden con el derecho de los menores a disfrutar de sus padres. El caso más significativo es el de Jimmy Jiménez-Arnau. Se separó de Merry Martínez-Bordiú y fue visto y no visto. A ella, que desapareció de las islas Afortunadas sin dejar rastro, conseguimos encontrarla en las islas Vírgenes después de años de investigación. Ofrecimos la información a Jimmy y nos desplazamos con él para que pudiera reencontrase con su hija Leticia. Al ser descubierta su presencia en la isla por el entorno de la nieta de Franco, Merry se subió a la primera avioneta que pudo alquilar y volvió a desaparecer. Para Jimmy ha sido una guerra de desgaste: «De mi hija Leticia me he perdido todo, su infancia, su adolescencia y su boda. Creo que ha sido madre. Ahora tendrá 34 años. Nació un 25 de enero de 1979, nunca se me olvidará», relata. En otra ocasión, me enteré de que la niña estaba en casa de sus primos en La Moraleja y conseguimos dar con ella. Tuvieron un encuentro de una hora escasa. Nunca más la ha vuelto a ver: «Me duele lo que nos hemos perdido los dos. Gane todos los juicios en España y Estados Unidos. No guardo rencor a ninguna de las dos, pero Merry lo arrastrará en su conciencia. Leticia es mayor de edad y ha decidido no tener padre y he tenido que respetarlo», relata.
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