Completamente destrozado y utilizado como donante de esperma. Así se siente Santiago Moraleda, de 35 años, vigilante de seguridad y gran amante del campo. El próximo mes de julio iniciará una huelga de hambre como medida de protesta para evitar que su expareja se marche con su hija y su marido a Panamá.
La historia de Santiago podía haber sido un bonito cuento de esos que prometen un final feliz, pero se truncó y se convirtió en una auténtica pesadilla. Santiago, natural de Villacañas, tenía 32 años y trabajaba en el campo cuando conoció a una mujer a través de un portal de contactos de Internet. La chica, de Talavera de la Reina, tenía las mismas aficiones que Santiago: los animales y la naturaleza. Poco a poco entre los dos, se fue fraguando una bonita amistad, hasta que decidieron fijar una cita para conocerse.
Un fin de semana, la chica fue a casa de Santiago y mantuvieron relaciones sexuales sin protección. «Habíamos hablado de tener hijos. Un tema sacado sobre todo por su parte. Yo le comentaba que mi ilusión era vivir en el campo con los animales, pero ella me decía que mejor con mujer e hijos». A la semana siguiente, relata Santiago, «ella decidió venirse a vivir conmigo. Decía que yo era el amor de su vida y que quería tener hijos conmigo, yo comencé a enamorarme de ella y también quería tener hijos».
A los tres meses de estar viviendo juntos, la expareja de Santiago se rompió una pierna y cuando fue al hospital para una radiografía comprobaron que estaba embarazada de dos meses. «Fue una alegría enorme. Ella me parecía sincera». Una alegría que poco a poco se vio truncada para Santiago, ya que durante los siguientes tres meses su relación con él cambió radicalmente hasta tal punto que, en una de las últimas de las ecografías, ella le dijo que quería poner primero su apellido a la niña y que «o lo aceptaba o iba a tener que pleitear».
La situación fue empeorando cada vez más, hasta que ella decidió abandonar la casa de Santiago. En los cuatro meses que pasaron desde que la exnovia de Santiago se marchó de la vivienda y dio a luz, Santiago intentó contactar con ella por teléfono y por correo electrónico pero solo recibió amenazas por su parte. «No tienes nada que ver con mi hija», «no es tu hija» o «cuando los hombres puedan quedarse embarazados entonces podrás tener tu niña».
Continuas amenazas
Pero las intimidaciones no acabaron ahí. A los pocos días de nacer la niña, Santiago explica que le llamaron por teléfono. Una llamada, a su juicio, «muy extraña», en la que le pedían que «fuera solo». Al llegar allí, Santiago pudo ver a su hija y cuando la tenía en brazos, manifiesta que su exsuegro le espetó que «era la última vez que aparecía por Talavera. Que me iban a matar si volvía».
Harto de las continuas amenazas, cuando la niña tenía 15 días, Santiago denunció el caso para pedir la custodia compartida. La sentencia, que ha sido publicada hace unas semanas, es favorable a la madre alegando entre otras cosas que la niña lleva dos años sin ver a su padre, por lo que solo permite a Santiago ver a la menor en el «Punto de Encuentro» fijado en Talavera, tres veces a la semana, una hora diaria y además posibilita a la madre llevarse a su hija a Panamá, país donde trabaja su marido. En la contestación de la demanda de Santiago, éste relata que, su expareja explica que le dejó porque «se dio cuenta de que seguía enamorada de su anterior pareja, con la que incluso llegó a intentar tener hijos durante años». «Creo que estaba todo más que preparado, todo me cuadra: ella me intentaba sonsacar sobre hijos, me ha utilizado como donante de esperma, mi hija es una niña robada. Acepto mi parte de responsabilidad y no pido la custodia completa, pero sí la compartida».
Santiago explica con voz entrecortada, que está completamente destrozado e intentando apelar a la Audiencia Provincial de Toledo gracias a la ayuda de un abogado que, de forma altruista, se ha ofrecido a llevar su caso porque reconoce «no tener dinero» y «estar a punto de perder también su casa».«Estoy viviendo una situación decontinua tortura psicológica, pero destinaré lo poco que tenga para ir a ver a mi hija y el día que no tenga dinero me iré a las puertas de la Audiencia Provincial o a las del Punto de Encuentro. No tengo otra opción».
Con lágrimas en los ojos, Santiago afirma que el próximo mes de julio iniciará una huelga de hambre a las puertas de la Audiencia Provincial para evitar que se lleven a su hija a Panamá.«Yo no le impido que se vaya a Panamá con él, le deseo toda la felicidad del mundo, lo único que pido es que no se lleven a mi hija, que la deje, aquí, con su familia». «Hace dos años que no tengo vida.Pienso 25 horas al día en mi hija».
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