Nuevo informe: "los hijos de parejas gays o lesbianas están en desventaja" ante "los criados por padres biológicos"
Revuelo en el seno del homosexualismo político por un estudio avalado por influyentes científicos sociales que muestra que los hijos de parejas del mismo sexo tienen más problemas mentales y enfermedades de transmisión sexual; piensan más en el suicidio y muestran mayor tasa de criminalidad; necesitan más psicoterapia; y tienen menos relaciones estables que los de las parejas heterosexuales
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Las conclusiones de un nuevo informe avalado por un influyente grupo de científicos sociales sobre el comportamiento de niños criados por parejas del mismo sexo y el de los criados por padres biológicos ha causado un gran revuelo entre las organizaciones del homosexualismo político en Estados Unidos.
El estudio, elaborado por el destacado profesor Mark Regnerus, sociólogo del Centro de Investigación sobre la Población , de la Universidad de Texas, junto a ocho científicos de las ciencias sociales de distintas universidades norteamericanas, concluye que los jóvenes que han crecido en hogares formados por parejas del mismo sexo son más proclives a padecer problemas mentales, relaciones menos estables y mayor tasa de criminalidad.
"La estadística muestra con cierta claridad que los hijos criados por padres gays o lesbianas están, en promedio, en una desventaja significativa cuando se comparan con los hijos criados por sus padres biológicos, casados, en familias intactas", afirma Regnerus en su informe.
El 'Estudio de las Nuevas Estructuras Familiares (New Family Structures Study)', cuyos contenidos fueron validados y difundidos por la prestigiosa revista científica Social Science Research, se ha basado en el análisis de miles de datos obtenidos con una encuesta realizada el año 2011 a 2.988 jóvenes de18 a 39 años.
En la muestra había personas criadas por adultos, padres biológicos o no, que en algún momento de sus vidas tuvieron o mantenían en el momento de la encuesta una relación homosexual.
El sondeo se aplicó también a jóvenes de perfiles similares, pero criados en otros entornos familiares como familias naturales, adoptivas, divorciados o monoparentales. El número de entrevistados, diversidad y rigor estadístico hacen de esta encuesta el instrumento de medición más fiable a día de hoy.
Los riesgos de crecer en una familia gay o lesbiana
Las conclusiones del estudio realizado por Regnerus, donde se afirma que se expone a graves riesgos a los niños que son adoptados o criados por parejas del mismo sexo, no dejan lugar a muchas dudas.
"Los niños criados en hogares homosexuales tienen un promedio más bajo en niveles de ingresos económicos cuando son adultos, y padecen más problemas de salud física y mental, así como mayor inestabilidad en sus relaciones de pareja", advierte.
Además, un 40 % de los hijos de parejas gay o lesbianas ha contraído una enfermedad de transmisión sexual, mientras en los de parejas heterosexuales el porcentaje es del 8%. El 12% de los encuestados que crecieron con parejas del mismo sexo ha pensado en el suicidio, frente al 5% de los hijos criados por un hombre y una mujer.
Y los hijos de parejas del mismo sexo, prosigue el estudio, recurren con mayor facilidad a la psicoterapia y requieren mayor asistencia social (19% frente a 8%). A menudo son desempleados (28% contra 8%), son normalmente más pobres, menos saludables, más propensos al tabaquismo y a la criminalidad.
El profesor Regnerus señaló que los hijos de parejas lesbianas difieren en un grado estadísticamente significativo respecto de los hijos criados en familias biológicas intactas en 25 de los 40 aspectos medidos por el Estudio. De igual manera, los hijos de parejas gay ostentan un grado estadísticamente significativo en 11 de los 40 aspectos medidos, en comparación con el resto de las familias.
Los hallazgos del grupo académico liderado por Regnerus cuestionan categóricamente la validez de los 59 estudios citados por la Asociación Psicológica Americana (APA) que, con un número muy inferior de casos y menor cruce de datos, afirmaban que no existían desventajas para los niños criados por padres gay o lesbianas.
Por el contrario, el informe hace un balance de los estudios registrados durante los últimos 10 años y correspondiente discusión académica sobre el tema, señalando que ninguno de esos estudios es metodológicamente fuerte para poder sostener la posición de la APA.
¿Quién defiende los derechos de estos niños vulnerados?
Ante la evidencia de las conclusiones del estudio de Regnerus, cabe plantearse la pregunta de quién defiende los derechos vulnerados de los niños que crecen en hogares con parejas del mismo sexo.
No piensan del mismo modo las organizaciones del homosexualismo político, que han puesto el grito en el cielo ante un informe que, según ellos, es equivocado hasta el extremo de exigir a la propia Universidad de Texas que organice una comisión docente que vuelva a analizar los resultados de la investigación, llegándose incluso al extremo de incautar la computadora personal del profesor Regnerus.
Sin embargo, la comunidad científica internacional ha reaccionado por boca de un influyente grupo de científicos sociales, entre ellos Michael Emerson, Christian Smith, Rodney Stark, W. Bradford Wilcox y Bradley Wright, que defienden la validez y certeza del estudio de Regnerus.
En una declaración pública emitida el 24 de agosto, la comisión académica investigadora exigida a la Universidad de Texas concluyó que, después de "una cuidadosa revisión de los datos manejados en el estudio (…) el profesor Regnerus no ha cometido mala praxis científica".
Perder uno de los referentes
Por otra parte, dada la postura políticamente correcta que ha invadido la sociedad actual ante las presiones del homosexualismo político, hay que preguntarse qué se sabe sobre las consecuencias de que los niños criados por parejas del mismo sexo pierdan uno de los referentes naturales para su desarrollo integral.
Se sabe sobre el hecho innegable de que muchas personas sienten atracción por personas del mismo sexo. Sin embargo, no se ahonda tanto en el hecho de que no varían sustancialmente las pautas de conducta masculina y femenina; en el sentido de que las parejas formadas por hombres son mucho más inestables y promiscuas que las parejas femeninas, que tienden a ser más estables que las formadas por gays.
Así, el comportamiento afectivo de la mujer se mantiene en mayor medida en el caso de las lesbianas, mientras el comportamiento sexual de los hombres se mantiene entre los gays. Y sobre todo ellos no se ha estudiado prácticamente nada, desde la teoría genética a la teoría conductual, incluidas las teorías intermedias.
Lo que sí parece evidente es que necesariamente hay una parte conductual, de cultura adquirida, que puede ser del cien por cien de la población homosexual o de una parte, pero que existe.
Una segunda cuestión nos plantea algo muy importante: el hijo de una pareja homosexual pierde todo referente de lo que es el carácter masculino o el carácter femenino. Y esto es muy grave porque, como muestran estudios como el citado en esta información, este niño tendrá serias dificultades de comprensión y de relación a partir de la adolescencia.
Al mismo tiempo, hay que considerar en esos niños el tiempo anterior a la adolescencia, en que se encuentran con un referente de dos padres o dos madres, mientras el resto de los niños presumen de ambos, lo que de alguna manera le hace diferente.
Esta cuestión no es menor, y en el caso de Suecia ha llegado al extremo de, para normalizar estas situaciones, crear escuelas exclusivas para homosexuales, porque había muchos niños que crecían con problemas ante una simple y lógica pregunta: ¿dónde está tu padre o tu madre?
Pero la solución ha dado lugar a un segundo problema, la creación de centros que, de alguna manera, no dejan de ser una especie de guetos.
Por último, hay que hacer referencia a una gran paradoja: los mismos que critican la educación diferenciada, que ocupa solo una parte breve de la vida de los chicos y chicas, son al mismo tiempo unos entusiastas de las parejas del mismo sexo con hijos, lo que implica una educación en la que está segregado el hombre o la mujer.
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PANCARTA EXHIBIDA EN UNA MANIFESTACIÓN A FAVOR DE LA CUSTODIA COMPARTIDA, EN 2010. FOTO: JUDIT BERMÚDEZ MORTE
Vaya por delante mi asco y desprecio hacia todos y cada uno de los maltratadores, y mi desprecio y lástima hacia los amenazadores. Que quede esto muy claro. Tengo razones éticas y de valores para ello y -desgraciadamente- experiencias familiares a una edad donde era muy difícil de comprender semejante monstruosidad… ¡que quede esto muy claro!
Pero dicho lo anterior -mucha gente lo ha expresado ya mejor y más documentadamente con anterioridad-, hoy voy a hacer -“un poco”- de abogado del diablo. Hoy quiero “defender” a una parte débil -indefensa también por minoritaria-, pero que existe y sufre. Con un solo caso sería suficiente pero desgraciadamente son muchos más.
Hoy quiero defender a un montón de padres -en masculino, me refiero al varón-, que sufren las frivolidades de una Ley que, de forma indiscriminada y discriminativa, “condena de antemano” al buen padre -¡los otros que se jodan!-, ante el egoísmo, la voracidad y el resentimiento de unas sujetas -“llamadas madres porque han parido”-, que instrumentalizan a sus hijos, los utilizan enfrentándoles a sus padres, -en un evidente uso de la alienación parental, que tanto les cuesta a los jueces reconocer- para obtener beneficio económico o satisfacción vengativa, anteponiendo intereses a sentimientos y privando a ese hijo/a de un buen padre y a un buen padre de ese hijo/a. Envenenando una relación natural y necesaria para ambos.
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